Biografías y Experiencias Personales: Eugenio Laicovschi en el Perú
El hermano Laicovschi llegó al Callao, Perú, en 1933, con 40 centavos de sol (moneda peruana) en su bolsillo. Eso apenas era suficiente para llevarlo a Lima, la capital. Tan pronto como él llegó allá, comenzó a caminar de lugar en lugar, visitando a la gente cuyas direcciones le habían sido dadas. El primer lugar de reunión en Lima fue en la casa de Amador Pérez, que era uno de los principales colaboradores de la obra en aquellos primeros días. El hermano Laicovschi se hospedó en su hogar por algún tiempo.
La primera conferencia en Perú fue celebrada en Lima, 1934, cuando el hermano Laicovschi fue ordenado al ministerio. Mientras atendía a algunos interesados en el campo, el hermano Laicovschi cogió una infección en los ojos. Y su estado era en verdad tan serio y lamentable—estaba en gran peligro de perder completamente su visión—que un granjero fue movido a compasión y lo llevó a Lima en su avioneta privada.
Los cirujanos en el hospital querían quitarle inmediatamente un ojo, porque estaba sangrando y sobresalido de su cavidad. Con respecto al otro ojo, decidieron esperar, pero no parecían tener grandes esperanzas. Bajo esas circunstancias, el hermano Laicovschi no podía leer, así que pidió a algunos de los hermanos que mirasen en los libros de naturopatía disponibles para buscar un tratamiento natural para su caso.

Siguió entonces las indicaciones dadas y, por la gracia de Dios, el ojo que los médicos querían remover volvió a su lugar, pero su utilidad estaba irreparablemente perdida. El otro ojo mejoró. Mediante esa experiencia halló consuelo en las palabras de Pablo en 2 Corintios 12:9.
Mientras trabajaba en Perú, en zonas palúdicas, el hermano Laicovschi también se enfermó de malaria.
Pasó los últimos pocos años de su vida en los países de la Unión Andina (Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela). Después de una gira por Ecuador, Colombia y Venezuela, un viernes por la tarde, en Lima, él y su hermano salieron a hacer una visita, para orar en favor de una persona enferma. Le hablaron palabras de ánimo y le dieron algunos consejos concernientes a tratamientos naturales que debía emplear. El sábado por la mañana, sin embargo, comenzó a sentirse mal y se dio cuenta de que ni siquiera podría asistir al culto. Así que pidió a otro hermano que asumiera el servicio religioso que él debía conducir. Pocos días después, el 20 de julio de 1978, entró al descanso hasta la mañana de la resurrección.
Impresionante historia de nuestros grandes micionero ellos de cansan pero sus obras continúan, gracias a ellos a DIOS y el ESPÍRITU SANTO, JESÚS Y SUS SANTOS ANGELES estomos nosotros hoy a 100 años representando al cuarto ANGEL de APOCALIPCIS 18.sanmarcos16:15.saludos cordiales desde Chile.